Un café caliente y una tarde lluviosa

Llegué a la cafetería con Emma. Mi chaqueta estaba empapada por la lluvia, así que la dejé sobre una silla y esperé a que Emma se sentase para hacer yo lo mismo. La camarera se nos acercó para tomarnos los pedidos.

-¿Puedes traerme un café con leche, bien calentito?

-Yo quiero otro, pero muy, muy, muy caliente, por favor.
Miré a Dylan, estaba más empapado que yo. Giré la vista hacia la televisión y recordé el accidente.
-¿Te enteraste del vendaval que hubo en el parque de atracciones? Murieron muchas personas, aunque fue muy extraño, la verdad, de repente, una tormenta...así como así...no parecía muy natural.

Un vendaval repentino, ¿eh? Mi rostro se ensombreció. Había pasado mucho tiempo recorriéndome Estados Unidos de punta a punta en busca de la academia, y durante el arduo camino había aprendido que no todos los mutantes están dispuestos a ayudar a los demás. A un gran número de ellos solo les interesa su propio destino, idea que encontraba despreciable.

-No era natural-no se trataba de una pregunta-. No a todos los mutantes les agradan los humanos corrientes.

-No me extraña. Pero bueno, aquello fue terrible, ¿tú crees que la policía sabe que hay gente como nosotros?
La camarera nos trajo el chocolate y se fue. Mi chocolate tenía pinta de estar prácticamente ardiendo.

-Supongo que el gobierno sabe más de lo que dice-sonreí.

Observé mi café, que echaba humo. Ni me atreví a tocarlo aún, no quería quemarme.

-Antes has dicho que te gusta la música. Recuérdame que algún día te toque algo.

Puse la mano alrededor de la taza, y se enfrió un poco así que empecé a beber antes de que se quedara frío.
-¿Qué tocas?-pregunté con curiosidad.

-Suelo tocar la guitarra-sonreí y con cuidado, di el primer sorbo de mi café-. Ah, y también canto. Es lo que más me gusta hacer.

No sólo eso, la música me había alejado de mis problemas cuando más ayuda necesitaba.

Volví a poner la mano sobre la taza. Ya estaba frío.
-Joder...-murmuré.
Volví a la conversación.
-A mí también me gusta cantar pero cuando no me escucha nadie-reí-No creo que cante bien, y sobre todo, me da mucha vergüenza. Por cierto, ¿cuántos años tienes?

-Pero, que la gente te escuche es lo divertido-sonreí.

Acerqué nuevamente mis labios al borde de la taza de café y di un largo sorbo.

-Dieciséis, ¿y tú?

-John estará haciendo alguna de sus tonterías por ahí-esbocé una media sonrisa-. Es mi hermano mayor. ¿Tienes algún hobbie?

-Hmm... Me resulta difícil contestar a eso-suspiré y bebí un poco más-. Compongo canciones, leo... antes jugaba al baloncesto con mi hermano, pero es a él a quien se le dan bien los deportes.-añadí, con una melancólica mirada.

-Amm, tengo ganas de conocer a tu hermano, ¿tiene la misma edad que tú?
Enredé mi pelo entre los dedos y jugueteé con él.

Negué con la cabeza, con cierta parsimonia, y aparte el café a un lado de la mesa, ya que lo había terminado.

-Él es mayor. Tiene 19.

-Y, ¿a dónde quieres ir? La mansión es tan grande que aún me pierdo cuando camino sin rumbo fijo.

Sonreí.
-Podíamos salir de la academia e ir a ver una peli, si te parece bien.

-¿Con el frío que hace? Bueno, está bien-cogí de nuevo mi chaqueta, que ya estaba bastante seca y me levante despacio.

((Off: Abre donde quieras))

-Pues vamos.
Me puse el abrigo, y salimos de la cafetería.