New York, New York

Miré a un lado y a otro con cierto desprecio en la mirada. Central Park era un lugar hermoso, lleno de vida. Y, si no fuese por el millar de mentes que debía mantener a raya, hubiese sido un lugar agradable. Pensaba que tenía mi telepatía bajo control, pero estar rodeado de humanos suscitaba ese extraño sentimiento de rencor en mí que me distraía y permitía que pensamientos ajenos se filtraran en mi cabeza. Era ciertamente doloroso el hecho de oír esas voces estridentes dentro de uno mismo.

Me resigné y comencé a andar, con la vista fija en el suelo bajo mis pies y un gesto de desagrado surcando mi cara. Poco a poco, logré aislarme de las mentes que me sitiaban y me relajé. Una sonrisa curvó mis labios. Era agrdable sentirme <<solo>>.

Me quedé delante de un estanque de claras aguas, me arrodillé y tomé una piedra lisa y redonda con una mano.

Llegué al Central Park, sin saber exactamente por qué. Vi a un chico arrodillado en frente de estanque, notaba una sensación distinta a la del resto de la gente cerca de él.
<<¿Un mutante?>>

Estaba a punto de lanzar la pequeña piedra que sostenía cuando una palabra recorrió mi mente, atrayendo poderosamente mi atención. "Mutante". Me levanté despacio, me giré hasta quedar de espaldas al estanque y lancé hacia atrás la piedra, que desribió una parabola por el aire hasta sumergirse en el agua con un sonoro chapoteo.

Sondée cuidadosamente todo el lugar con mis pensamientos para encontrar a quién había "dicho" esa palabra. Mis ojos se posaron en una chica que estaba a unos cuantos pasos de mí, mirándome. Caminé hasta pasar por su lado, con rostro sombrío. Sonreí con malicia y superioridad.

-¿Ocurre algo?

Miré al chico.
<<Pura arrogancia>>
-Claro que no-contesté, reí divertida.

-Debes distinguir entre arrogancia y superioridad.

Las palabras salieron de mi boca como un susurro. Mis ojos brillaron con picardía. Mi lenta y acompasada respiración a penas se percibía. Di un paso más, lentamente, esperando alguna reacción por parte de aquella chica que había logrado distraerme.

Sonreí.
-Di lo que quieras...-me quedé pensativa, ¿cómo lo sabía?-¿Cómo sabes eso?
Superioridad...ya...¿saber lo que pensaba tendría algo que ver con su poder?

-Has tardado-mi sonrisa se tornó aún más burlona-. Del mismo modo del que tú congelas cosas, Emma.

Esperaba que la cosa se pusiese más interesante. Investigar una mente era tan sencillo como leer un libro para mí.

-¡Sal de mi mente!-exclamé-Es mi intimidad.
Me estaba empezando a enfadar, ese tipo de gente me ponía muy nerviosa. Sus pies se estaban empezando a congelar.
<<Ya está el maldito hielo haciendo lo que le da la gana>>
-¿Quién eres?

-Descongélame, ahora-mi voz era dura y cortante, fría como el hielo que comenzaba a cubrir mis pies.

Estaba irritable por culpa de las muchas mentes que taladraban mi cabeza e intentaban quebrar mi concentración. Aún así, estaba dispuesto a obligar a la chica a que me descongelase.

Solté una risita maliciosa.
-Vale, pero no te congelo porque quiera-extendí la mano y el hielo se deshizo-Qué mal humor tienes.

-No me interesan los juegos de los niños, hace tiempo que crecí.

Una mirada de desprecio culminó mis palabras. Reprimí mis intenciones de lanzar un pensamiento hiriente en su dirección y me calmé. Me moví hacia delante con elegantes movimientos.

-¿Juegos de niños?-dije seria-Di lo que te dé la gana-Me da igual lo que pienses, no es importante.
<<Arrogante>>
Me di la vuelta, y empecé a alejarme de él.

Sonreí, cada vez más divertido. Esperaba precisamente ese comportamiento.

<<¿Sabes? Sigues confundiendo arrogancia con superioridad>>

Proyecté mi pensamiento en su propia mente.

Me paré en seaco al oír aquellas palabras en mi mente.
-No sé si eres superior, no te conozco. Pero tampoco pareces mucho mayor que yo, y tienes pinta de niño mimado, así que hasta que no vea que realmente lo eres pensaré lo mismo

-Ten cuidado con lo que dices, la gente comienza mirarte extrañada.

Quizá merecía la pena jugar un poco en Central Park. Después de todo, esa chica, según sus recuerdos más recientes, era alumna de la academia de mutantes. Sin dejar de sonreír, continué hablando.

-Pero tu sabes por qué lo digo. Soy superior, mejor. Yo no tengo un problema con el hielo.-susurré.

Reí.
-Ya me imaginaba que el hielo no lee las mentes-susurré también-¿Crees que me intimidas?-volví a reír.

-Me refería a tu problema de control.

>>Oh, no, por supuesto que no-entrcerré los ojos-. No he hecho nada. Aún.

-Me refería a que es normal que no tengas problemas con el hielo, si lees mentes.
Estaba teniendo una conversación para llegar a nada. Que manera de perder el tiempo con alguien así. En fin...

-Déjalo, no me merece la pena. De todos modos, no me iba a quedar demasiado tiempo aquí.

Di media vuelta, dispuesto a marcharme, pero aún esperé unos segundos, sin perder mi maliciosa sonrisa.

Enarqué una ceja y miré hacia atrás, aún más divertido.

-Vaya, si parecía que no me soportabas. Kyle Brennan.

-Ya, bueno...tengo mucha paciencia-[/color]reí[color=cyan]-Yo soy Emma Wells.
Parecía divertirse, y eso me resultaba bastante curioso.

<<Ya lo sabía>> Pensé, pero no dije nada. Volví a girarme para mirarla. Clavé mis ojos en los suyos durante un segundo. El frío iba en aumento, pero no dije nada. Mi chaqueta me protegía del aire que aullaba como un lobo cercano.

Desvié la mirada, no estaba muy acostumbrada a que me miraran tan directamente y eso me incomodaba.Suspiré.
-Creo que...debería irme.

-Sí. Tengo cosas que hacer. Puede que nos veamos, Emma Wells.

Esta vez, me fuí de verdad, sin volver a mirar atrás, en dirección a las calles de Nueva York, pobladas de inmensos rascacielos.