Walking through memories

No me gustaba Washington, pero después de todo, había acabado allí. No es que Nueva York me agradase tanto como Venecia o Tokyo, pero por lo menos me gustaba. Sin embargo, la capital despertó en mi una repulsión increíble. Las mentes se atropellaban a mi alrededor peor que en cualquier otro lugar, con pensamientos descontrolados que me estaba haciendo perder la paciencia.

Caminé hasta un callejón, me puse los auriculares del iPod y ajusté la maquina al máximo volumen, intentando acallar el ruido. Deslicé una mano con nerviosismo al bolsillo izquierdo de mis vaqueros y extraje una cajetilla de tabaco. Encendí con prisas un cigarrillo y lo puse entre mis labios. Llevaba unos cuantos años fumando. Me relajaba. El humo salió por mi boca atropelladamente.

Me apoyé contra la pared. Todo estaba mejor. La música me centraba y el tabaco me relajaba. Comencé a aislarme de los pensamientos ajenos. Pronto tendría control completo sobre mi habilidad y no tendría que soportar esas asquerosas migrañas.