Reencuentro Inesperado

**John** Vie Mar 13, 2009 12:13 am

Aun recuerdo aquellos días. El sol, la gente, el típico sonido de las olas al romper en la orilla de la playa. Todas aquellas sensaciones que un día experimenté y que hoy ya no puedo. Quizás por que soy un mutante, o simplemente porque me encuentro bien aqui... junto a mi ''familia''.

-Kai

El canto de los pajarillos y la tenue luz del sol anunciaban el comienzo del día. El mundo cobraba vida, alejaba el siniestro clima de la noche y traía consigo el calor del astro rey. La luz se filtraba por el ventanuco, calentando levemente la cara de John. Este , al sentir el calor, abrió los ojos súbitamente. Otro día más como el anterior y acabaría muriendose del aburrimiento. Anhelaba el contacto con alguien, las conversaciones interminables y la compañía... oh, dulce compañía. La última semana había estado casi incomunicado, ya que todo el mundo andaba con sus asuntos y la única persona que le prestaba atención ... era la directora de aquella academia y claro, tambien estaba muy ocupada.

Cameron, su hermana, era mayor que el. Siempre se habían llevado bien, casi nunca discutían y estaban el uno para el otro en todo momento. Pero desde que Cam se hizo cargo de la dirección... ya no pasaban tanto tiempo juntos. No porque no quisieran... la causa de aquel distanciamiento era el continuo papeleo al que estaba sometida la mujer. En fin, otro día mas de puro aburrimiento... pensó el joven mientra se ponía la ropa. Una camisa de manga corta, de color negro, unos vaqueros que terminaban a la altura de la rodilla y unas zapatillas de deporte. Y salió de su habitación, su ''refugio''.

Mientras caminaba, con la esperanza de encontrar a su atareada hermana en un pasillo, pensó que era hora de tomar el desayuno. Para una persona, el trayecto desde el lugar donde se encontraba hasta la cafetería , probablemente le resultara agotador. Para el... era muy sencillo. Mientras caminaba, concentraba su energía y su cuerpo se hacía intangible como el de un espíritu. Pronto se encontró en la cafetería, donde sus compañeros mutantes charlaban animadamente y mostraban sus progresos. Pidió un café y se sentó solo en una mesa, mientras sus ojos se quedaban fijos en el líquido negro.

**Cameron** Vie Mar 13, 2009 12:37 am

Suspiré, agotada y aburrida, sumergida en un mar de papeles interminable. Me dí con un bolígrafo en la frente, ¿cómo era posible mantener todo aquello a flote? Gracias a Dios, poco a poco, conseguí acabar los documentos. Sobre todo, eran papeles de alumnos, había que arreglar varios líos legales, tapar los poderes de los chicos de alguna manera. Por supuesto, Melinda ya lo había dispuesto todo y tenía una contacto perfectamente preparado en la fiscalía del estado y en el FBI, así que era relativamente fácil.

Rendida, arrojé un tacado de papeles a un cajón que ya estaba medio lleno y lo cerré de un empujón. Me levanté de la silla y me estiré frente a la ventana. Había pasado la noche en vela, pero me encontraba totalmente despierta, posiblemente debido al efecto de los numerosos cafés que había ingerido a lo largo del día.

((Café... Creo que será bueno tomarse otro, por si acaso. Aunque sólo sea para asegurarme de no caerme dormida en medio de algo importante)).

Salí del despacho y cerré con un portazo, como solía hacer. Caminé rapidamente, ya que el paso lento me ponía nerviosa, y fui contando los pasos que había hasta la cafetería. Era una manía que había adquirido hace tiempo, a la que un psicólogo denominó Transtorno Obsesivo Compulsivo, creo recordar. También creo recordar mandar a tomar por el... saco al doctor. Siempre he odiado a los psicólogos.

La cafetería estaba llena a reventar, y, cuando abrí las puertas, una muchedumbre curiosa se giró para mirarme. Era lógico, a la mayoría no le caía bien. No me consideraban lo suficientemente buena para el cargo, y no los culpaba, pero tampoco les daba la mayor importancia. Fui hasta la máquina de café y me saqué uno con leche. Luego, miré a mi alrededor, buscando un sitio libre.

Sonreí. John estaba sólo en una mesa. Me acerqué a él y me senté en frente. Di un trago del aún caliente líquido y saludé.

-Hola, enano.

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