Destrucción

Domingo. El parque de atracciones de Nueva York a rebosar. Familias felices: padres con sus hijos subiendo al tiovio, madres con los bebes en sus carricoches, parejas dando vueltas en la noria mientras se hablan en susurros... Gente feliz que no puede ni imaginar lo que está a punto de acontecer. De pronto, una gran vendaval aparece como por arte de magia en mitad del parque. Vientos huracanados azotan toda la zona, llevándose consigo las atracciones, haciéndolas volar por los aires. La pobre gente se siente arrastrada, volando en círculos a tal velocidad que sus patéticos cuerpos no pueden soportarlo, y mueren. El gran tornado se detiene tan rápido como había surgido, dejando tras de si un area arrasada y muerta. A cientos de metros, un hombre encapuchado sonríe maliciosamente desde lo alto de un edificio y se aleja caminando lentamente, silbando.

Observé lo ocurrido mientras comía mi algodón de azúcar, había sido rarísimo.
Me había escondido en un callejón y me había congelado los pies al suelo para no echar a volar. Pero aún así algunos objetos me habían golpedos, y cuando tragué saliva, sabía a sangre, de mi labio. Comprobé si tenía alguna otra herida, sí, en el brazo.
<<Para un día que vengo al parque de atracciones...>>
Pero aquello no parecía haber sido demasiado natural, tan rápido como había aparecido el vendaval, se había ido, y todo estaba completamente destrozado.
Dejé que el agua de mis pies se descongelara, y salí del callejón.
<<Dios mío>>