Hielo y fuego?

A los tres cuartos de hora más o menos llegamos a mi habitación, lo cierto, era que nunca había entrado todavía, esta era la primera vez. Cuando entramos, olía a cerrado, así que lo primero que hice fue abrir la ventana. Miré todo a mi alrededor aunque no había mucho que ver, no había ni rastro de mi compañera a la que ni siquiera conocía, así que me tumbé en una de las camas y respiré profundamente.
-Deja tus cosas donde quieras.

No mucho tiempo después llegamos a la inmensa y enorme academia, era un lugar precioso, donde sobre todo olía a vida. Abrió una puerta que dió a una habitación, no muy decorada, ella se tumbó sobre una de las camas, dejé mi mochila en una esquina de la habitación.
-¿A tu compañera no le importará?-pregunté, apoyándome junto al marco de la puerta, cerrando esta.

-Qué va, ni siquiera la conozco, pero no creo que venga hasta que casi empiecen las clases, así que no te preocupes por eso.
Me quité el abrigo y las botas.
<<La temperatura justa>>, pensé.
Le pusé mi mano derecha en su mejilla.
-¿Estoy muy fría?

Durante un momento pensé en aparatarme con rapidez, sin embargo lo hice con suavidad, su temperatura era demasiado fria para mi.
-Por favor...yo no tolero demasiado bien el frío, lo siento...-dije lo más suavemente posible, quería ser amable, ella lo había sido conmigo.

-Me lo imaginaba-reí-perdona.
Me acerqué al radiador, estaba caliente, aparté la mano impulsivamente. Soplé mis dedos. Suspiré.

Vi como apartaba la mano con rapidez del radiador y di un paso instintivo al frente, sin embargo me retuve junto a la puerta, no soportaba la idea de sentir el frío...aunque si quería tener amistades tendría que aceptar sus temperaturas corporales más bajas que la mia.
-¿Te has hecho mucho daño?-dije serio, con cierta preocupación, casi imperceptible, hacia tiempo que no me preocupaba de alguien que no fuese yo mismo, por lo que no supe como reaccionar.

-Solo un poco, no pasa nada, se me han quedado los dedos rojos-reí-Ya se me pasará, me alegro de que te preocupes, nadie se suele preocupar realmente por mí.
Observé que seguí en la puerta.
-Entra, ponte donde el radiador y yo donde la ventana, así tú tendrás calor y yo frío, si te parece bien.

Me acerqué como ella dijo al radiador y me apoyé en él.
-Hacia tiempo que no me preocupaba de alguien que no fuese yo. Un año y medio es mucho tiempo, supongo-dije y me encogí de hombros, revolviendo mis oscuros cabellos con los dedos.

Me senté debajo de la ventana y escuché lo que me dijo.
-Supongo. ¿Quieres hacer algo? Seguramente preferirás conocer a más gente que aburrirte aquí.

-Me trae sin cuidado...lo cierto es que en este momento no me apetece hacer gran cosa...-dije, lo cierto es que estaba muy cansado, hacia bastante que no dormia bien y mucho menos comía.-¿Tu quieres hacer algo en especial?

Le sonreí, era como si leyese mis pensamientos, quizás si que en verdad no fuesemos tan diferentes.
-No, claro, duerme si lo necesitas.-dije sonriendo.

Sonreí.
-Me voy a cambiar, no es plan dormir así vestida.
Cogí un camisón que tenía guardado y me fui al baño.

Escuché lo que dijo, y trás ver que se adentraba en el baño, me senté sobre una de las dos camas.
-Vale.-dije de nuevo serio.
Luego me tumbé sobre una cama, y pronto los ojos me pesaron y el sueño acudió a mi como el olor del más dulce perfume, al que me entregué.

Cuando volvi del baño, con el camisón de manga corta por encima de la rodilla rosa palo, Taylor ya estaba dormido.
Le puse una manta encima, y me eché en la cama del al lado, a los pocos minutos, me quedé profundamente dormida. De vez en cuando, notaba una brisilla acariciarme, entonces, me daba la vuelta y seguía igual de dormida.

Mi sueños pronto se turbaron de un color oscuro, llenándose de pesadillas de aquella noche, yo realmente le odiaba...pero no deseaba su muerte, solo quería irme...entonces fue cuando vi su rostro llamándome, de nuevo la pelea y de nuevo el fuego y por último otra vez él...
Me desperté sobresaltado, y me incorporé como si me hubiese clavado algo, respirando agitadamente, y con la piel ardiendo...mis ojos se unundaron...

Sentí que pasaba algo en la habitación, pero tenía sueño pesado, y me desperté lentamente. Al principio, estaba completamente desorientada, pero cuando me senté en la cama, vi a Taylor completamente sobresaltado.
En la habitación hacía más calor que antes, pero no me importaba, todavía estaba destemplada por la siesta.
-¿Estás bien?

Aún nervioso e inquieto miré a todas partes, Emma se despertó y me miró.
-No lo sé...nunca, nunca antes me había pasado esto...-dije aún con el corazón sobresaltado, nunca había sentido tanto pánico, ni me había sentido tan vulnerable y culpable. <<Mierda...>> pensé mientras golpeaba mi mano izquierda con el puño de la contraria, el hombro volvió a resentirse.-Ay...¿te he despertado?, lo siento.

-¿Nunca tienes pesadillas?-me senté a su lado, sintiendo el calor que emanaba separando sus manos.

Miré al frente, sintiéndome asustado.
-Sí...pero nunca relacionadas con mi pasado.-dije y me apoyé contra la pared, nunca me había sentido culpable de lo ocurrido aquella noche, era yo el que había querido escapar, pero si tan solo no hubiese descubierto todas esas cosas, yo aún podría seguir siendo como era.-A veces lo echo todo de menos...aún sabiendo que ahora soy feliz y odio sentirme así por que se que todo era una farsa, nada de mi vida fue real...-dije mirándo las sábanas, ¿lo soy?, si...lo soy, supongo.

-Bueno, al menos, tenías una familia que te cuidaba, puede ser duro el golpe, pero pasaste la mayor parte de tu vida siendo feliz.
Yo, que me había criado sin familia, hubiera preferido tener una familia durante más tiempo que cuatro años.

Comprendia lo que decía, pero, ¿de que servía ser feliz en una mentira?
-Mi padre no era mi padre, mi casa no era mi casa, mi familia no era mi familia...-dije furioso conmigo mismo, por volver a plantearme aquello cuando no lo había hecho en un año y medio.Me levanté de un salto y me coloqué junto a la ventana, observando la nieve.

Observé como se levantaba.
-Deberías olvidarlo, aprendiendo de eso, pero no te enfades contigo. Todo se termina superando, pero puedes pasar meses, años...

Escuché con atención lo que ella decía. Apoyé el brazo en el marco de la ventana y la frente sobre esta con suavidad, cerrando los ojos para calmarme, no supe que decir, ni que hacer.

Me acerqué a él, y puse mi mano sobre su hombro.
-Seguir pensando en eso no va a hacer que cambie.