Un paseo por la academia.

Me mantuve pensativa y en silencio durante un largo rato, y luego caí en la cuenta de algo importante.
- Edward, ¿existen algún tipo de becas o ayudas para los alumnos de la academia?.- sentí mi rostro arder mientras pronunciaba aquellas palabras.

-No lo sé. El ingreso y los estudios en esta academia son gratuitos segun tengo entendido. ¿Por qué? -Me extrañó su pregunta un poco, y después recordé que alomejor no se refería a dinero para pagar los estudios.

- Porque.- noté como enrojecía aún más.- Yo solo tengo lo puesto... quiero decir, no tengo..- me sentí horriblemente azorada.- Yo no tengo nada.

Confirmé mis sospechas. -Por eso no te preocupes, yo te daré un cheque para que vayas a comprarte lo que quieras al centro comercial de New York. Si quieres. -Le respondí, acompañando con una sonrisa.

Su amabilidad solo hizo que me sintiera mas miserable aún. Odiaba tener que pedir las cosas, eso hería mi orgullo profundamente.
- Supongo que en cuanto consiga permiso iré a la ciudad...

-Por ahora no habrá clases, por lo que puedo darte yo el permiso y ya hablaré con Melinda. No puedes estar sin ropa. -Como siempre, le dediqué una sonrisa tranquilizadora, para apaciguar su nerviosa postura.

No pude evitar que su sonrisa se me contagiara. Era simplemente encantador.
- Te lo agradecería mucho, la verdad... No me hace gfracia ver a las otras chicas tan... lindas, por asi decirlo, y sentirme siempre sucia e inferior...

-No debes sentirte así. -Comencé a buscar con una mano en el bolsillo de detrás en el pantalón y saqué mi cartera, de la cual extraje unos 3.500 dólares de ella. -Toma, consideralo capital de la academia. Y regálate todo lo que te debes de tus cumpleaños pasados. -Terminé, con la sonrisa aun dibujada en mi cara. La pobre chica no habría tenido seguramente los respectivos regalos de unos padres que quieren a su hija.

Desde luego que no cogí el dinero. Me quedé mirando como una boba el fajo de billetes. Seguramente, era todo el dinero que yo había gastado en mi vida, o más.
- No... yo no puedo aceptarlo... lo siento Edward, pero de veras que no puedo.- he de reconocer que estaba asustada por aquella efusividad, de modo que cogí mi mochila, me la eché al hombro, y en un abrir y cerrar de ojos, estaba en la puerta del jardín.

-¡Alice! Espera, debes de aceptarlo, no me obligues a hacerte aceptar yo por ti. -Le advertí señalando con mi dedo índice en mi sién derecha.

Me volví, con las mejillas encendidas y los ojos con mirada de verguenza.
- De verdad, no puedo... se que tu no lo comprendes... Pero no puedo aceptar esa cantidad de dinero. ¡Es desorbitada!.- mue quejé.

-¿Y qué quieres, que te de menos? Tú te mereces esto y más Alice. Aunque esto no compense todo el dolor que has debido de sentir en tu pasado, por lo menos espero que ayude. Por favor, acéptalo. Yo no necesito el dinero, tengo toda mi ropa y pertenencias aquí, ya no necesitaré el dinero, y de todas formas tengo más. -Que cabezotas son estos jovenes de hoy en día pensé con resignación, pero sin borrar esta vez una media sonrisa, que le dedicaba a la chica mientras le hablaba. Dejé el fajo de billetes encima del banco sujetos por una piedra, para que no se los llevara el viento y me levanté. -Bueno, yo lo dejo ahí, si quieres cogerlo adelante, sino, lo más posible es que se lo encuentre alguien que no se lo merezca. -Le comenté mientras pasaba por al lado suya, sonriendo, mientras me marchaba. Sabía de más que lo acabaría cogiendo.

Me sentí muy sucia al coger el dinero que Edward había dejado allí, mucho más aún que cuando le robé a mi madre. Sentía que aquello no me pertenecía, que estaba fuera de lugar. Y otra vez me invadieron los pensamientos de que la escuela era demasiado para mí.
Cuando atravesé la cancela, con el dinero guardado guardado en mi mochila para ir a dar una vuelta por la ciudad, me sentía a la altura de una vulgar landronzuela escondida tras la máscara de Alice.