Hogar Cullen.

-¡Eh!-exclamé, haciendo como si estaba enfadada cuando pagó las dos bebidas-Gracias-le susurré.

Salimos del puesto y volví a abrir el coche. Me senté y me abroché el cinturón. Cuando los dos estuvimos dentro, arranqué el motor de nuevo, bajé la ventanilla y aceleré. Está vez iba más despejada y conducía con más soltura. Algunas veces, miraba a Ed.

Edward rara vez miraba al horizonte o se asomaba por la ventanilla del coche, pues casi todo el tiempo observaba a la chica. -Por cierto -interrumpió el prolongado silencio- ¿Por qué te fias de mí? No me conoces de nada y me ofreces un puesto en tu escuela, quiero decir, espero que no hagas lo mismo con cualquier otro mutante que te encuentres -terminó con una risa.

-No lo sé... hay algo en tí que me dice que puedo confiar en tí. Y no creo que me equivoque.

Sonreí mientras seguía mirando hacia delante.

-Ya estamos llegando. La mansión debería verse pronto.

-Me alegra escuchar eso. Y puedes estar tranquila, no te defraudaré. -Edward observó hacia delante, para visualizar la mansión.

-Bien-sonreí una vez más-. Mira, ahí está.

La mansión no tardó en verse. Se alzaba orgullosa, como siempre, en medio de una pequeña colina. Nada más llegar, aparqué a la entrada y me quité el cinturón.

-Bienvenido.

Edward contempló pasmado la increíble arquitectura, estaba lleno de esplendor, majestuosidad. Tardó varios segundos tras responder, alucinado con la perfección de la estructura de la Mansión. -Gracias...

Abrí la puerta del coche, me bajé y fui hasta el maletero, que se abrió con una simple mirada. El equipaje salió flotando suavemente y se posó en el suelo, para después comenzar a moverse detrás de mí.

-Ven, te lo mostraré por dentro.

((Off: Abro en el Hall de la mansión. Si quieres que te vaya subiendo el rango a profesor, postea en los despachos pidiendo una asignatura y te pongo el despacho también.))